10 Consejos para ayudar a tu mascota a lidiar con una pérdida

Cuando una familia pierde a una mascota querida, es difícil para todos, incluyendo a las mascotas sobrevivientes. Lidiar con nuestra propia pena y quizá la pena de un niño, es lo suficientemente difícil sin también tener que preocuparse por la otra mascota de la casa que ha dejado de comer o muestra otros signos de depresión.

Cuando dos mascotas son muy unidas y una de ellas muere, el animal sobreviviente podría experimentar lo que los expertos llaman «reacción de angustia» que es similar en muchos aspectos a la pena que experimentan los seres humanos al perder a un ser querido.

Algunos de los signos incluyen:

  • Cambios en los patrones de sueño
  • Cambios en los hábitos alimenticios
  • Falta de interés en las actividades normales
  • Renuencia a estar en una habitación o en la casa solo o alejado de los miembros humanos de la familia
  • Vagar por la casa en busca de su amigo perdido

Consejos para ayudar a tu mascota

Vigila muy de cerca a tu mascota sobreviviente.

El duelo no es algo bien entendido en los seres humanos ni en las mascotas, por lo que es mejor prestar especial atención a tu mascota sobreviviente en busca de signos de reacción de angustia. Saber qué esperar y cómo reaccionar puede ser bastante útil durante un momento en el que toda la familia tiene un profundo sentimiento de pérdida.

Mantén las rutinas diarias lo más consistente posible.

Las mascotas enfrentan mejor la pérdida cuando saben qué esperar de un día para el otro (esto aplica para todas las mascotas en general, no sólo cuando está en duelo). Trata de mantener una misma rutina para la hora de la comida, ejercicio, paseo, juego, aseo, hora de acostarse y otras actividades diarias en un horario constante.

Mantén la alimentación y horas de comida de tu mascota en un horario constante.

Probablemente durante esos días tu mascota no tenga mucho apetito, pero continuar ofreciéndole la misma comida, a la misma hora del día es muy importante. Guarda lo que no se come en el refrigerador y vuélveselo a ofrecer al siguiente día a la misma hora. Utiliza su hambre para ayudarla a que le regrese el apetito resistiendo las ganas de animarlo con recompensas.Si su apetito no regresa después de varios días y tu mascota se niega a comer, entonces haz una cita con tu veterinario para descartar un problema de salud. Los gatos, en particular, no deberían dejar de comer por más de un par de días o estarán en riesgo de desarrollar un problema de salud potencialmente fatal llamado lipidosis hepática.

Ten cuidado de no fomentar inadvertidamente la depresión de tu mascota.

Este es un punto complicado, porque es natural querer consolar a tu mascota sobreviviente. Desafortunadamente, especialmente en el caso de los perros, prestarle atención a una mascota que está teniendo comportamientos no deseados puede reforzar esos comportamientos. Obviamente lo último que quieres es fomentar una falta de apetito, ansiedad, inactividad u otros tipos de reacciones de angustia en tu mascota.En lugar de eso, te recomiendo distraerla con actividades saludables que ofrezcan oportunidades de reforzar una conducta positiva. Esto puede ser salir a pasear, sesiones cortas de entrenamiento, juegos de búsqueda, o hacer ejercicios juntos.

En hogares en donde hay varias mascotas, permite que las mascotas sobrevivientes establezcan su propia estructura social.

Cuando hay más de dos mascotas en la familia, cada miembro del grupo tiene una relación específica con los demás miembros del grupo. Cuando un animal muere, crea una inestabilidad temporal dentro del grupo. Esto puede causar conflictos que perturban a los miembros humanos de la familia, pero a menos que una mascota se vuelva un peligro para las demás, lo mejor es dejarla restablecer las dinámicas de grupo por su cuenta.Si hay muchos gruñidos, ladridos, silbidos o ataques que no cesan a medida que el grupo se establece en su «nueva dinámica normal», te recomiendo consultar a tu veterinario o a un veterinario conductista para que te aconseje cómo resolver los problemas entre tus mascotas.

Piénsalo dos veces antes de integrar a una nueva mascota a la familia.

No asumas automáticamente que integrar a una nueva mascota para «remplazar» a la mascota pérdida es la respuesta. Lidiar con la pérdida y la pena es un proceso que es diferente para cada uno de nosotros y cada una de nuestras mascotas, y mientras algunos miembros de la familia podrían estar listos para una mascota nueva, otros podrían no estarlo.  Aunque podría ser tentador salir corriendo a adoptar a otro perro o gato después de que tu mascota ha muerto, la mayoría de los expertos recomiendan esperar al menos tres meses para darle a tu mascota tiempo para adaptarse. Adoptar a un cachorrito o gatito tal vez no es la mejor idea debido a que un animal hiperactivo puede estresar física y emocionalmente a la mascota en duelo. Incluso un perro o gato de mayor edad podría hacer que tu mascota se vuelva territorial. Asegúrate de que tu mascota haya superado por completo su pena antes de traer una nueva mascota a casa.

Ten cuidado de no alterar más a tu mascota con dramáticas exhibiciones emocionales en su presencia.

Nuestras mascotas notan nuestras emociones, así que anima a los miembros de la familia que están lidiando con su propia pena a ser sensibles al estado mental de la mascota sobreviviente. Está bien buscar consuelo en la mascota sobreviviente siempre y cuando no la asustes o le causes mayor malestar.

Dale tiempo.

Es difícil saber cuánto tiempo duran los recuerdos de las mascotas, pero según la evidencia anecdótica, parece que los perros en particular logran recordar a sus compañeros durante bastante tiempo. El duelo de tu mascota podría tomar unos cuantos días, semanas o incluso meses, pero eventualmente la mayoría de las mascotas vuelven a ser los mismos que eran antes.Si en algún momento sientes que tu mascota está sufriendo innecesariamente o que hay algo más que el hecho de extrañar a su amigo, te recomiendo consultar a tu veterinario para hablar sobre esta situación como un primer paso.

Considera dejar que tu mascota este presente durante la muerte de su compañero.

Tu mascota probablemente no tendrá una reacción obvia al cuerpo de su amigo cuando ya está muerto, pero esto le ayudará a comprender que no hay necesidad de estar buscando a un animal que ya no está.

En caso de ser necesario, utiliza remedios naturales para el proceso de duelo

Existen algunos excelente remedios homeopáticos y flores de Bach que pueden administrarse fácilmente a una mascota en proceso de duelo hasta que se vea un cambio emocional positivo.

Como ayudar a un niño a superar la muerte de una mascota

Vivimos en una sociedad que niega la tristeza sistemáticamente. Por eso, estos consejos para que los niños superen la muerte de su mascota pueden ayudarles a digerir de una forma menos dolorosa otros problemas, así como la pérdida de un familiar querido en el futuro.

A la hora de afrontar y acompañar a tu hijo en este proceso, es importante tener en cuenta su edad pues ésta determina su forma de comprender y sus dudas. Para los más pequeños la muerte es un enigma, pues aunque les duele y echan de menos la presencia de su mascota no suelen plantearse nada más allá de esa ausencia física. Sin embargo, ésta se convierte en algo más profundo y complicado de explicar, y asumir, a partir de la pre adolescencia. En cualquier caso, estos consejos son adecuados para todas las edades.

1. No mientas a tu hijo sobre la muerte

Busca el momento adecuado para hablar con el niño, suaviza las palabras y el tempo de la conversación, y se sincero: dile siempre la verdad. Aquí es esencial que no te ayudes de creencias o tradiciones que no compartes. Por ejemplo, si para ti el cielo en términos espirituales no existe no le digas que su mascota se fue al cielo, porque acabará creyendo y viviendo de acuerdo con valores con los que luego no convivirá. O peor, más tarde o temprano descubrirá que le has mentido cuando compruebe que para ti ese lugar idílico no existe y su confianza en ti se puede ver dañada.

2. Comparte tu dolor con él

Muchas veces parece que el objetivo de la sociedad actual es evitar cualquier expresión externa y sincera de dolor. Pase lo que pase. Sin embargo, esto no es beneficioso para el niño en absoluto. No evites compartir tu tristeza con él, llora si es lo que de forma natural te pide el cuerpo y, por supuesto, déjale llorar si lo necesita. Que no viva las lágrimas como un signo de debilidad. No hay nada peor para un niño que sentirse penalizado por expresar algo que realmente siente y le conmueve.

3. Habla de la mascota una vez hayan pasado los días

Con el fin de que se normalice la situación es importante que la mascota ausente no se convierta en un tabú, ni para la familia, ni para el niño. No se trata de sacar la conversación intencionadamente, si no de hablar con naturalidad y normalidad de la mascota, sin afectación, ni tristeza, pero con cariño.

4. Ayúdale a recordar a su mascota sonriendo

Si este momento se da en familia mucho mejor. Los cuentos, por ejemplo, son herramientas útiles para estos casos. Léele alguno cuyo argumento esté en consonancia con su edad, así como con las preguntas y dudas que se puede estar planteando. Aún así, el objetivo es en todos los casos es el mismo: aprender a recordar a nuestra mascota con alegría, destacando lo que hacía bien, lo que hacía fatal y lo que hemos aprendido cuando estaba y cuando ya no está. Trata de rescatar anécdotas que siempre estarán en nuestro recuerdo. Es importante dejar patente que si no le olvidas, de alguna forma, siempre te acompañará.

5. Cierra el ciclo inventando un ritual en familia

Puede ser un dibujo, una figura de plastilina, una reproducción fácil y casera de la mascota, o cualquier manualidad que se pueda hacer en grupo y lleve un rato terminarla. Se trata de celebrar una pequeña reunión familiar, a modo de ceremonia, en la que todos se sientan apoyados. Así el niño sentirá que no está solo y que la ayuda de su familia es importante para afrontar las situaciones difíciles.

Benny: Carta de un perro antes de morir

«Ayer fue un día raro. No podía salir de la cama. El tío con el que vivo me cargó. Intenté poner bien las piernas, pero no querían cooperar. Él me dijo, «No te preocupes, yo te ayudo compañero», mientras me llevaba abajo y fuera de casa. Todo un detalle. Necesitaba desesperadamente hacer pis, y lo hice justo donde me soltó. Normalmente no lo haría ahí pero ambos decidimos que era el momento de romper la regla.

Eché a andar a través del parking hacia el sitio donde todos los perros como yo van a hacer caca.

Sentí mis patas arrastrarse por el suelo. «Que extraño», pensé. Entonces, de pronto, no podía esperar y tuve que hacerlo ahí, en medio del parking. Normalmente nunca lo haría así, va contra las normas.

‘Mi humano’ limpió todo el estropicio. Se le da bien. Me dio vergüenza, le miré y él me dijo «¿Quieres seguir andando, compañero?» Sí que quería, pero me resultaba sorprendentemente difícil. Para cuando llegamos al final del parking me daba vueltas la cabeza. Traté de subir la pequeña colina y casi me caigo. No entendía lo que pasaba.

Él se agachó de nuevo y me acarició. Eso me hacía sentir bien. Me cogió en sus brazos y me llevó a casa. Seguía confundido, algo mareado, pero me alegré de no tener que andar todo el camino de vuelta. De pronto me parecía una distancia imposible.

Qué bien me sentó tumbarme en mi cama. ‘Mi humano’ me acarició diciendo, «Yo me encargo de todo, colega. Yo me encargo.». Me encanta lo bien que eso me hace sentir. Sé que es verdad. Él hace que todo vaya mejor.

Me tocó las patas, me levantó el labio. Dijo, «Eh, amigo, ¿tienes frío? Lo cierto es que sí. Mi cara estaba fría, mis patas estaban frías. Envió SMS a unas cuantas personas y volvió a acariciarme.

A los pocos minutos llegó otra persona. Uno de mis favoritos y se llama Jay. Me acarició y le dijo a ‘mi humano’: «¿Quieres coger una manta?» Me echaron la manta por encima y, guau, qué bueno. Me fui relajando y los dos me acariciaban pero también estaban tratando de contener las lágrimas.

No quiero que lloren nunca, me rompe el corazón. Es mi trabajo hacer que se sientan mejor, pero estaba un poco cansado, y tenía frío. Me iba durmiendo a ratos y ellos seguían ahí, asegurándose de que me encontraba bien mientras charlaban el uno con el otro.

A lo largo de todo el día mi humano hizo algunas llamadas de teléfono y pasó mucho tiempo conmigo. Le oí decir: «A las 9 de la mañana, vale, sí… ya le diré si hay algún cambio. Gracias Doctor MacDonald.» Llamó a alguien otro y dijo: «Lo siento, tengo que cancelar lo de esta noche.» Entonces, mientras me dormía de nuevo, creo que le escuché llorar otra vez.

Por la noche, vino de visita otras de mis personas favoritas. Todos muy cariñosos. Les lamí las lágrimas cuando acercaban su cara a la mía. Me susurraban cosas dulces al oído y me decían que era un buen chico.

Más tarde me encontré lo suficientemente bien como para levantarme y acercarme a la puerta a ver quién venía. Fue mucho más agotador de lo que recordaba, pero me encantó verles a todos. Escuche a mi humano decir algo como «Es la primera vez que se levanta solo hoy». A todos les gustó verme fuera de la cama. A mí también pero… guau, una vez que se pasó la diversión, me resultaba agotador moverme.

Cuando se fue la última visita, mi humano me llevó fuera para que hiciera «mis cosas». Volvimos dentro y cuando llegamos a las escaleras me parecieron el doble de altas y diez veces más largas que nunca. Miré a mi humano y él me miró. Dijo: «No te preocupes, yo me encargo, amigo,» y me llevó en sus brazos.

Y entonces, ¡aún mejor! En vez de dormir en mi cama, me llamó para que fuera a dormir en su cama. Dejadme repetirlo, ¡dormí en la cama con ‘mi humano’! Normalmente cada cual duerme en la suya, pero anoche nos acurrucamos juntos y me gustó mucho poder estar tan cerca de él. Pensé, «Este es mi lugar. Nunca me iré de su lado.» Pero no me sentía muy bien físicamente, a veces me costaba respirar.

Me parece que todo comenzó hace unos meses. Estábamos jugando a que yo recogía la pelota y de pronto me caí desmayado. No sé lo que pasó, creo que dejé de respirar. Escuchaba a mi humano llamándome, pero no podía mover un músculo. Me levantó la cabeza y me miró a los ojos. Le podía ver, pero no podía darle un lametazo. Me decía, «Benny, ¿estás ahí?» Y yo no podía responder. Me miró y me dijo: «No te preocupes, amigo, yo me encargo, yo me ocupo de todo.» Empecé a verlo todo negro pero entonces mis pulmones tomaron una gran bocanada de aire y recuperé la vista.

Fuimos a ver a varios médicos y desde entonces he escuchado muchas palabras como «cardiomiopatía», «cáncer», «fallo renal». Lo único que sé es que a veces estoy bien y a veces… ya sabes… pues no me siento bien. ‘Mi humano’ me da medicinas.

Esta mañana escuché a ‘mi humano’ levantarse y darse una ducha. Volvió a la habitación y olía realmente bien. Me ayudó a levantarme, pero esta vez podía hacerlo yo solo. Llegamos a las escaleras y… guau… parecían tan largas y empinadas. Me dijo «estoy aquí, colega» y me llevó en brazos. Hice mis cosas y volvimos a entrar. Abrió una lata, una lata de comida húmeda. Tío… ¡adoro esa cosa!

Jay volvió a aparecer. ¡Qué sorpresa tan agradable! Él y mi humano parecían preocupados, pero todos me acariciaban. Era un poco como una obra de teatro, todos los actores estaban tristes, pero hacían ver que estaban contentos. Poco después llegó otra persona. Llevaba pantalones de médico y me apoyé en ella.

Les escuché hablar. Me miraban las encías y me tocaban las patas. Le escuché a la señora con pantalones de médico decir: «La decisión es tuya pero sí, sin duda está en ese momento. No quiero presionarte, pero viendo la falta de color estoy hasta impresionada de que pueda levantarse. Además de las patas y la boca mira esto… señaló a mi cara… «esto debería de estar de color rosa y está casi blanco, incluso algo amarillo.»

Estábamos fuera. ‘Mi humano’ y Jay entraron para hablar de algo. Cuando volvieron a salir, escuché a mi humano decir: «Estoy de acuerdo. No quiero esperar hasta que resulte que está sufriendo demasiado». Así que entramos. La verdad, me encontraba bastante mal pese a que estaba en pie y andando. Tenía la impresión de que toda mi cabeza estaba fría, mis patas delanteras estaban heladas y las traseras no funcionaban bien.

La señora con pantalones de médico dijo: «le pongo esto en el músculo. Es un sedante. Luego volveré y así podrás quererle hasta que se duerma». ‘Mi humano’ me dio un beso en la cara y me miró a los ojos. Él estaba intentando no llorar. La señora con pantalones de médico me puso una inyección de algo en la pata. Yo sólo miraba a ‘mi humano’. Es tan absolutamente fantástico. Siempre estaré a su vera.

Él y Jay me acariciaron y me dijeron las cosas más bonitas: lo buen perro que soy, el buen trabajo que he hecho y lo agradecidos que están de tenerme en su vida. Al poco mi cabeza empezó a estar un poco ida. ¡CONCÉNTRATE! Miré a ‘mi humano’. Cuánto le quiero.

Me adormilé un poco. ¡CONCÉNTRATE! Puedo ver a ‘mi humano’, le quiero tantísimo. Siempre estaré a su lado. Él lo sabe. ¿Tengo sueño? ¡CONCÉNTRATE! Siempre le miraré con todo mi corazón…

La señora con pantalones de médico dijo: «Tiene verdaderas ganas de quedarse contigo. Está intentándolo con todas sus fuerzas. Es impresionante.» Mi humano aguantó los sollozos y dijo, «Lo sé. Este chico se desvive por mí. Es el ser más leal que jamás haya conocido…» Juntamos nuestras cabezas y cerramos los ojos. Me sentía bien.

No puedo describirlo. Nos miramos de nuevo. Sentía que tenía que vivir el momento, pero echarme era, quizá, mejor. Mi humano me ayudó a tumbarme. Tío, eso hizo que me sintiera biennnnnn. Sentí como él y Jay me acariciaban y les escuchaba hablarme. Me quieren tanto. ¿A que tengo suerte? Entonces sentí miles de manos acariciándome. Todos los que alguna vez he conocido y me han querido estaban ahí, acariciándome, rascándome las orejas, en ese punto bajo el collar que hace que se me mueva la pierna. Todos deberían probar esto, ¡es una pasada!

Entonces la señora con pantalones de médico tocó mi pata. ¿Os había contado ya que ‘mi humano’ tuvo que hacer que me arreglaran mis dos rodillas? Son de titanio y me han venido genial, pero, ya sabéis… últimamente no me sentía bien.

Con todos acariciándome la señora con pantalones de médico me puso otra inyección y esta vez según entraba el líquido, ¡mis patas se curaron! ¡Mis rodillas estaban perfectas! Y mientras lo sentí circular por mi cuerpo, ¡mi cáncer desapareció! ¡Y entonces mis riñones empezaron a ir mejor! Al final, ¡hasta mi corazón se puso bien y estaba sano! Sentí como como si hubiera saltado fuera de mi enfermedad. ¡Una pasada!

Vi a mi humano y a Jay, a la señora que vive en nuestra casa, Shelly. Todos estaba acurrucados en torno a algo. Me acerqué a mirar. Se parecía a… No sé. Un poco a mí, pero tal y como yo estaba cuando estaba enfermo y agotado. La cara no se veía bien, pero parecía que ese tío lo había estado pasando fatal.

Sentía que mi humano estaba a la vez aliviado y muy, muy triste. Le quiero un montón. Miré a la forma que se parecía a mí y le miré a él. Creo que estaba triste por esa forma. Salté por la habitación, haciendo el payaso, pero parece que querían estar tristes y no hacían más que mirar a esa cosa a la que acariciaban y besaban.

‘Mi humano’ estaba triste. Me apoyé contra él, como he hecho millones de veces antes pero no era igual. Sentía que su cuerpo era una nube y que yo lo atravesaba. Así que anduve hasta estar a su lado, como un buen chico, y mi corazón le susurró al suyo: «No te preocupes, amigo. Yo me encargo de todo.

Nunca me iré de su lado. Él lo sabe».