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Gatos versus perros
La eterna disputa entre gente perruna y gente gatuna probablemente no acabe nunca. Pero sí podemos lanzar un poco de luz para tratar de entender qué piensan ellos, nuestros amigos de cuatro patas, de esta batalla peluda y, sobre todo, de nosotros. Y, de paso, desmontar algunos mitos. En definitiva, resolver de una vez por todas quién manda (de verdad) en casa.
El minino nos trata como si fuéramos gatos: cierto
Desde que los gatos nos acercaron sus adorables bigotes por primera vez, hace unos 10.000 años, los humanos tenemos una historia de amor con estos maestros del ronroneo. Puede parecer mucho tiempo, y nadie duda de que unos miles de años ponen patas arriba la historia de la sociedad humana. Pero, en términos de evolución, resulta un periodo corto para una especie. De hecho, el gato doméstico (técnicamente, Felis silvestris catus) aún puede cruzarse y tener descendencia fértil con su ancestro salvaje (Felis silvestris lybica), un cazador solitario. Aunque muchos de sus comportamientos han cambiado de forma drástica. Y esto nos incluye a nosotros.
Aquí los perros les llevan delantera: su evolución desde el lobo empezó hace al menos 15.000 años(aunque algunos estudios la sitúan incluso antes). Además, tienen la ventaja de contar desde el inicio con un cerebro desarrollado y preparado para la vida social, ya que el lobo es un animal de manada. Aunque los humanos hemos modelado el modo en que los canes ven el mundo, la habilidad para decodificar información social ya estaba presente en el lobo.
Y esto influye en el modo en que se relacionan con nosotros. Mientras que el perro cambia drásticamente su comportamiento tan pronto como ve un humano y juega con nosotros de un modo muy distinto a como lo haría con un congénere, esto no es así en el caso de los mininos. Resulta que los gatos se comportan con nosotros igual que si fuéramos uno de ellos: nos saludan con la cola estirada por encima del cuerpo, se restriegan entre nuestras piernas y, en el sofá, se sientan cerca y nos lamen. Exactamente lo mismo que haría con otro felino amigo.
No hay dos amores iguales. Pero mientras que pocos dudan del afecto perruno por su humano, la cuestión cambia cuando hablamos de los felinos. Los mininos arrastran una fama de ariscos, distantes, arrogantes y de que solo nos toleran porque somos su servicio y les proveemos de toda clase de mimos y caprichos que les hacen felices. Bromas aparte, lo cierto es que estas afirmaciones tienen más que ver más con el puro desconocimiento de la naturaleza y psicología felina que con la realidad.
Por fortuna, la ciencia ha desmontado algunos de estos mitos tan dañinos. Uno de los estudios claves en este campo es el realizado por un equipo de psicólogos y zoólogos de la Universidad de Oregón, que ha investigado cómo interactúan los mininos con nosotros. Si aún albergabas duda sobre el amor de tu gato, puedes respirar tranquilo: cuando tiene que elegir entre un humano que le quiere, un plato de comida o un juguete, el minino no duda y escoge a su amigo de dos piernas.
Pero el gato no me echa de menos y el perro sí: mito
Los canes no tienen la exclusiva en esto de echarnos de menos. Resulta que los gatos también se ponen tristes cuando estamos fuera de casa demasiado tiempo; en especial, si viajamos y deben quedarse con un cuidador durante algunos días. De hecho, sufren tal cantidad de estrés cuando no estamos que un número cada vez mayor de mininos sufre dermatitis y cistitis (inflamación de la vejiga), unos problemas médicos agravados por el estrés psicológico.
No hay duda de que el ladrido resulta una vocalización muy llamativa para captar nuestra atención. Pero aquí los perros tampoco están solos: los gatos aprenden muy rápido cómo reaccionamos cuando ellos hacen un sonido particular. La muestra más frecuente de esto la constituye el maullido, una vocalización característica de los cachorros y que, sin contacto con los humanos, el gato pierde cuando se hace adulto. Si el gato aprende que cuando maúlla capta nuestra atención, lo usará cada vez que quiera que nos acerquemos a rascarle la barbilla.
Los perros sí, pero los gatos no aprenden: mito
Resulta que los mininos son mucho más inteligentes de lo que muchos piensan: un gato no solo aprende sino que conoce qué funciona y qué no con cada persona. No es casualidad que sepa a quién debe despertar a las cinco de la mañana (¡y cómo hacerlo!) para lograr la latita de pollo que tanto ansía a esas horas. Y todo esto lo ha aprendido por sí mismo. Ya tienes la respuesta: la próxima vez que te levantes de madrugada para dar de comer al gato o descubras que tu sillón preferido está ocupado por el perro, ya no dudarás de quién está al mando.
Vacunemos al gato
¿Cuántas vacunas se le pone a un gato?
La vacunas que necesita tu gato dependen de su etapa de vida. Se considera que un gatito es cachorro hasta los 12 meses de edad. En el primer año de vida un gato debe tener cinco vacunas, en caso de que no sea positivo para Leucemia. Esta etapa es muy importante para garantizar el sano desarrollo y crecimiento de tu minino, las vacunas para él serán más que un protocolo, ya que lo protegen de virus que pueden afectar su salud e incluso generar problemas crónicos.
¿Qué vacunas se le deben poner a un gatito cachorro?
Debes saber que antes de iniciar el plan de vacunación de tu minino, el veterinario debe realizarle la prueba de Leucemia. Esta prueba se hace al primer mes de vida, a los seis meses y al año.
Si la prueba es negativa, NO tiene Leucemia. En ese caso el plan de vacunación indicado es:
- La primera vacuna se realizará a la novena semana de vida, esta será la primera dosis contra la Leucemia viral felina.
- Posteriormente, en la semana 12 corresponde la aplicación de la segunda dosis de Leucemia y la primera de la Triple Felina, que lo protegerá contra las enfermedades de panleucopenia, herpes virus y la calicivirus.
- Luego, en la semana 15 deberás reforzar la triple felina con la segunda dosis y aplicar la vacuna contra el virus de la Rabia.
Recuerda que, en el primer año de vida de tu gatito, debes contar con 5 stickers en su carné de vacunación. Él te dará las gracias con ronroneos y mucho amor.
En caso de que tu gatito haya sido positivo para Leucemia, igualmente debe seguir un plan de vacunación. Este esquema tendrá las mismas dosis de Triple Felina y Rabia. Sin embargo, no será necesario aplicar la vacuna contra el virus de la Leucemia.
¿Qué vacunas se le deben poner a un gato adulto?
Todos los gatos mayores de un año necesitan el refuerzo de vacunación anual, que conteine la vacuna Triple Felina, la de Leucemia y la del virus de la Rabia. En total cada año debes agregar 3 stickers. Es importante que conozcas que tu gatito necesita estar vacunado, aunque no salga a la calle y nunca le haya dado ningunas de estas enfermedades. Ellos pueden adquirir virus por su acicalarse constantemente. Al vacunar a tu gato evitarás que pueda padecer de enfermedades mortales para él y otras que son contagiosas para ti, las cuales son conocidas como enfermedades zoonóticas.
¿Qué pasa cuando un gato tiene leucemia?
La Leucemia felina es un virus exclusivo de los gatos, que se transmite entre ellos a través de la saliva o el contacto con mucosas, heridas y heces de animales ya infectados. Algunos gatos pueden ser portadores, mientras que otros pueden desarrollar la enfermedad durante toda su vida.
Los gatos con Leucemina pueden presentar inapetencia, defensas bajas, vómito, diarrea, dolor abdominal, heridas que no cicatrizan fácilmente, conjuntivitis o alteraciones en la sangre que pueden comprometer otros órganos.
Para evitar el contagio de este virus es muy importante evitar que tu gato tenga contacto con otros felinos, de los que desconoce su estado de salud. Adicional a eso, puedes prevenir esta enfermedad mediante la vacunación contra el virus de la Leucemia, la cual requiere refuerzos a lo largo de la vida de la mascota, haciendo un refuerzo anual.
Por otro lado, es importante recordar que antes de realizar la vacunación contra la leucemia, se debe realizar una prueba rápida con el médico veterinario para determinar si tu mascota ya es portadora del virus. Si llega a tener este virus, no es necesario hacer la vacunación contra este en específico, ya que no tendría ningún efecto.
Igualmente, se debe mencionar que el hecho de vacunar a tu gato contra la Leucemia no implica que se active el virus, este es un mito común alrededor de la vacunación. Por lo que siempre debes consultar con tu médico veterinario.
¿Qué enfermedades cubre la vacuna triple felina?
La Vacuna Triple Felina cubre los tres agentes principales que pueden afectar la salud de tu gato, la Rinotraqueitis Infecciosa Felina, Calicivirus Felino y Panleucopenia Felina. Estos pueden ocasionar cuadros respiratorios que pueden ir desde la secreción nasal, hasta la neumonía.
¿Por qué es importante aplicar la vacuna de la rabia felina?
Como dueño responsable de mascota debes saber que en Colombia por ley los gatos deben ser vacunados contra el virus de la rabia, que es considerada una enfermedad zoonótica a nivel mundial. Esto quiere decir que podría poner en riesgo tu salud y la de tu familia. Esta vacuna se debe reforzar cada año. El carné de vacunación con el respectivo sello del veterinario puede ser solicitado por una autoridad. En caso de no tenerlo, esto puede acarrearte multas o incluso el decomiso de la mascota.
En caso de un accidente en el que tu gato se haya visto involucrado, por ejemplo al morder o rasguñar a una persona o a otro animal, deberás presentar la constancia de todo el esquema vacunal y estar al día con la vacunación antirábica.
Por último, no olvides que el único indicado para vacunar a tu gato es el médico veterinario. El decidirá cuál es el mejor protocolo para tu felino.
7 beneficios para la salud cuando tienes un gato
Muchos siempre lo han sabido y cada vez existen más estudios que lo demuestran. En la mayoría de los casos, tener mascota y, más concretamente, tener un gato, es beneficioso para nuestra salud. Hoy te desvelamos hasta dónde llegan los beneficios de tener uno o varios felinos como mascota.
Reducción del estrés
Acariciar gatos reduce los niveles de cortisol (hormona relacionada con el estrés). Se cree, también, que el contacto físico con gatos incrementa en humanos la producción de ondas tetha cerebrales, que habitualmente se producen en estados de relajación y calma profunda.
Efecto terapéutico en personas con autismo
El contacto físico con las mascotas incrementa los niveles de oxitocina, una hormona que está vinculada con el establecimiento de relaciones sociales. Un estudio encontró niveles menores de oxitocina en sangre en niños autistas. Se ha comprobado que el incremento de niveles de oxitocina en autistas disminuye las conductas repetitivas y mejora la habilidad de evaluar el significado emotivo de la entonación al hablar. Por otra parte, otro estudio reveló que los niños con autismo que tenían mascota se sentían más tranquilos y se relacionaban con mayor facilidad.
Inspiran emociones positivas
Una encuesta realizada a 7000 personas en 2015 indicó que ver vídeos o fotografías de gatos suponía un incremento en las emociones positivas (felicidad, esperanza…) de la persona que los visualizaba, así como un aumento de sus niveles de energía.
Ronroneo sanador
Tras observar varios felinos domésticos y salvajes, se ha comprobado que el ronroneo se produce a una frecuencia de entre 20 y 140 Hz, siendo lo más habitual una frecuencia de 20-50 Hz en gatos domésticos. Parece ser que esta vibración sonora estimula la curación de tejidos, especialmente en lesiones que afectan a tendones y músculos. Asimismo, reduce el dolor y ayuda a incrementar la densidad ósea.
Protegen el corazón
Convivir con mascotas se ha asociado con la disminución del estrés, la reducción de la presión sanguínea y, por lo tanto, menor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Un estudio realizado en 2009 en el que hubo más de 4000 participantes que habían tenido o tenían actualmente mascota (perros y/o gatos), reveló que las personas que habían convivido con gatos tenían menor riesgo de sufrir infarto de miocardio que los que no vivían con felinos. Curiosamente, la convivencia con perros no demostró estar asociada a una reducción del riesgo a padecer enfermedades cardiovasculares, incluyendo el infarto miocárdico.
Mejora la salud mental
Una encuesta realizada en 2011 a 600 personas, de las cuales la mitad padecían en ese momento un problema de salud mental, reveló que el 87% sentía que tener gato tenía un impacto positivo en su vida y el 75% sobrellevaba mejor el día a día gracias a la compañía de su gato.
Mejora la salud general
Si actualmente no tienes gato y te estás planteando dejar entrar uno en tu vida has de saber que en un estudio llevado a cabo con casi un centenar de participantes, resultó que durante el primer mes tras la adquisición de una mascota (perro o gato), las personas daban puntuaciones mejores en un cuestionario de salud general comparado con las personas que no tenían mascota. En las personas con mascota hubo una reducción significativa en la incidencia de problemas de salud menores durante este periodo. Así que… ¿a qué estás esperando?